La valiosísima biblioteca de Raúl Alfonsín, compuesta de más de nueve mil volúmenes, por decisión de su hijo Ricardo, respaldado por toda su familia, será conservada en su totalidad y constituirá la base de un museo que recordará la personalidad del ilustre ex presidente radical.
Esta iniciativa ha sido puesta en manos de distinguidos correligionarios como Mario Losada, Federico Polak, José Ignacio López, Raúl Aleonada Sempé y otros y contará también con la colaboración de su meritoria y fiel secretaria de toda la vida Margarita Ronco y de sus colaboradoras Haydée y Mara. La biblioteca se encuentra en su mayor parte en lo que fue la oficina de Av. Santa Fe al 1600 y otra parte en su casa de Chascomús.
Todos esos libros reflejan la amplia cultura polifacética de Alfonsín. En sus estantes se guardan libros de derecho, política, economía, filosofía, teología y otros temas. El era un lector incansable, especialmente de ensayos, y muchas veces intercambiaba opiniones con sus amigos sobre las lecturas recíprocas. Es cierto que no era un entusiasta de la literatura de ficción, pero conocía las obras destacadas de los escritores más famosos de nuestra lengua. En muchas ocasiones pude comprobarlo en nuestras conversaciones. Recuerdo, por ejemplo, que leímos al mismo tiempo El amor en tiempo del cólera de Gabriel García Márquez y fuimos comentando su trama, aunque debo reconocer que si bien coincidimos en el valor literario de la obra, disentimos en nuestras opiniones, ya que a Raúl le entusiasmó menos que a mí.
La biblioteca guarda también documentos, recuerdos y numerosas anotaciones marginales en los libros que él iba leyendo que son un testimonio de las reflexiones que le inspiraban. Muchas de esas obras se encuentran dedicadas por sus autores, jefes de Estado, ministros escritores de notas, admiradores y amigos.La decisión de la familia Alfonsín de conservar la biblioteca y de ponerla en un futuro próximo a disposición de investigadores y estudiosos, merece el reconocimiento público y, en tal sentido, me honro de hacerlo en nombre de la H. Convención Nacional de la UCR que tengo el honor de presidir.
Esta iniciativa ha sido puesta en manos de distinguidos correligionarios como Mario Losada, Federico Polak, José Ignacio López, Raúl Aleonada Sempé y otros y contará también con la colaboración de su meritoria y fiel secretaria de toda la vida Margarita Ronco y de sus colaboradoras Haydée y Mara. La biblioteca se encuentra en su mayor parte en lo que fue la oficina de Av. Santa Fe al 1600 y otra parte en su casa de Chascomús.
Todos esos libros reflejan la amplia cultura polifacética de Alfonsín. En sus estantes se guardan libros de derecho, política, economía, filosofía, teología y otros temas. El era un lector incansable, especialmente de ensayos, y muchas veces intercambiaba opiniones con sus amigos sobre las lecturas recíprocas. Es cierto que no era un entusiasta de la literatura de ficción, pero conocía las obras destacadas de los escritores más famosos de nuestra lengua. En muchas ocasiones pude comprobarlo en nuestras conversaciones. Recuerdo, por ejemplo, que leímos al mismo tiempo El amor en tiempo del cólera de Gabriel García Márquez y fuimos comentando su trama, aunque debo reconocer que si bien coincidimos en el valor literario de la obra, disentimos en nuestras opiniones, ya que a Raúl le entusiasmó menos que a mí.
La biblioteca guarda también documentos, recuerdos y numerosas anotaciones marginales en los libros que él iba leyendo que son un testimonio de las reflexiones que le inspiraban. Muchas de esas obras se encuentran dedicadas por sus autores, jefes de Estado, ministros escritores de notas, admiradores y amigos.La decisión de la familia Alfonsín de conservar la biblioteca y de ponerla en un futuro próximo a disposición de investigadores y estudiosos, merece el reconocimiento público y, en tal sentido, me honro de hacerlo en nombre de la H. Convención Nacional de la UCR que tengo el honor de presidir.
Hipólito Solari Yrigoyen